jueves, 29 de noviembre de 2007

Envidia de la buena


Desde mi infancia se nos aconsejaba que no sintieramos envidia por nada o por nadie. Que todo lo malo que yo deseara a alguien se revertiría hacia a mi -sabios consejos de mi abuelita- Sin embargo no puedo pasar por alto lo sublime del ser humano, cada gesto, mirada, el mismo movimiento del cabello que provoca perderme en un laberinto sin fin.
Es por eso, que siento !Envidia! de la buena, de la que no quita sino que suma, de la que no destruye sino que edifica un cimiento en el ser. ¿Envidia nocturna sera? todo puede ser porque las noches aunque agotadoras son magicas, aunque asfixiantes son brillantes...Envidia de la buena.

Que envidia me da tu taza que puede a diario probar tu boca, tu espejo que conoce tus gestos y tus sonrisas, el agua que te recorre el cuerpo...no sabes la envidia que yo le tengo.
Siento envidia del aire que respiras que te acaricia sin que lo sientas, ese aire que va llevando el perfume que transpiras. Y para seguir con la envidia....mas envidia me da tu almohada que puede alcanzar tus sueños, como quisieran ser mis brazos la sabana en que te envuelves, ser tu ropa para sentir tus formas y que te sigue por dondequiera. Siento envidia de las rosas, de su aroma y sus espinas porque quisiera que me miraras como a esa rosa que te fascina. Tengo envidia.... de todo lo que tocas y de ese tiempo que puede tenerte a todas horas.

Luego de una noche llena de magia puedo darme por satisfecho por compartir unos momentos muy agradables, y aunque la envidia continua se complace mi alma porque destellos de ti la llenan. Envidia de la buena.

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